martes, 16 de diciembre de 2008

El secreto del pollo entrerriano


Envidiados. Tantas veces imitados sin podernos imitar. Así somos los entrerrianos cuando de avicultura se trata. Ciudades como Crespo y Racedo dan cuenta de un gran desarrollo en el arte de criar pollos y, sobre todo, de venderlos al exterior.
Usted, distraído lector, se preguntará cuál es el secreto de los pollos entrerrianos. ¿Qué tienen que son degustados con tanta fruición en mesas de lugares remotos que van desde Hamburgo a Manila, de Osaka a Ankara?.
Y nosotros –sí, nosotros, estos tres panza verde que evangelizan otras tierras- tenemos la respuesta. Lejos de cualquier egoísmo, sin ánimos de esconder ninguna fórmula, aquí develaremos el secreto. Para que vean en otras provincias y copien, que el mundo necesita más pollos y menos armas, qué carajo!.
El secreto -a eso íbamos, interesado lector-, el secreto está en una vieja costumbre, ancestral diría, de los colonos alemanes que llegaron a la zona a trabajar la tierra y encontrar un futuro.
Y el secreto no es otro que la sana costumbre de darle a los pollos clases de yoga. Ante la falta de nervios, sin estrés, la carne del pollo se tierniza y lleva tranquilo su pico al matadero.
Los comensales de nuestra patria y de los más recónditos lugares de la tierra, agradecen esa sabia decisión.
Hay quienes agregan que para garantizar mayor tranquilidad en el animal en cuestión, en los criaderos se está poniendo música funcional con temas de Manzanero, Luis Miguel y cuanto lento ande dando vueltas, pero esa versión nos suena a bolazo y no le podemos dar entidad. El resto, claro está, es una evidencia que parte de la más estricta realidad.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muchachos, que al pedo que están! Seguramente laburan en esas empresas donde nada interesa, todo da igual, el rumbo es incierto, conocido por pocos, y ustedes, pensando participar de esa realidad, vuelan, parafrasean de los pollos entrerrianos.

Anónimo dijo...

Ya lo dijo el filósofo alemán E. Kant: cuando el futuro es incierto, sólo conviene hablar de pollos.

Santiago German dijo...

superior, superior...