La siesta es el momento en que todo entrerriano se encuentra consigo mismo, es un tiempo de regresión a la infancia, al momento en que la solapa (que viene bajando la loma) espanta los gurises y amedrenta las gallinas. El origen de la siesta debe buscarse mas bien en razones antropológicas que en meras alucinaciones nostálgicas, lugar común en que muchos citadinos lectores podrían llegar a caer.
Uno no duerme la siesta simplemente porque tenga sueño. Se duerme porque se piensa, porque se corta el día por la mitad y se arranca de nuevo.
Nuestro andar pausado, nuestro buen trato, nuestro mate de amigos, tiene como preámbulo una buena siesta y como corolario el tan mentado “¿Entrerriano? – Ah, buena gente”.
No se puede andar por la vida a las corridas sin una buena siesta. El ser humano empecinado en romper los procesos naturales no hace distinción ante este pedacito de patrimonio entrerriano.

Una siesta de cuarenta y cinco minutos no demora a nadie ni prohíbe seguir viviendo… me voy a dormir una y vuelvo.
2 comentarios:
estoy muy de acuerdo con esto de la siesta, que pueblerino no ha dormido alguna vez la siesta, cultura entrerriana, ademas que lindo es ver la ciudad con la paz y tranquilidad de la siesta en una tarde de primavera, es solo un rato pero que bien se siente.
Sigan con esto del blog que esta bueno, verdades no conocidas de nuestras queridas costumbres pueblerinas
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