miércoles, 7 de marzo de 2007

Betbeder


“Si usted quiere comprarse un bicho pa criar en el patio mijo”, me decía mi abuela, “tiene que ir a Betbeder, que ahí, la curandera le vende de todo”.

La curandera de Betbeder tiene la particularidad de curar con la simple mirada. Uno va llegando al rancho de techo panzón, metido en el medio del monte y ella, que siempre camina mirando el piso, o el monte, o el cielo, pero nunca la cara de la gente, lo escucha llegar y ya desde lejos le dice “Usté tiene empacho”, o “Usté tiene recalcao el dedo chico´el pie”.
De palabras cortas pero filosas y acertadas premoniciones, la curandera sabe todo, todo lo ve y todo lo vende. Algunas veces los diagnósticos son desgraciadamente precisos. Mira al presunto enfermo, en esas contadas ocasiones pitonisitas en que se dispone a adivinar y en que efectivamente mira, con ojos penetrantes e intimidatorios, mira al visitante apoyarse en un árbol para limpiarse una caca de perro en el zapato o una piedra en la suela y con esa simple posición, puede obtener un diagnostico completo y pormenorizado de la enfermedad en cuestión; calculos renales, le dice, ¿siente dolor en el costado derecho, verdad?, aja, ¿se le duermen los pieses cuando está un rato sentado?, aja, ¿a ver, levante un pie?, el enfermo levanta el izquierdo, riñon derecho, dice reafirmando el diagnóstico inicial.

La curandera de Betbeder, vive en Betbeder, un pequeño pueblito perdido entre el chañar y el cantar de los cardenales y vende bichos: hurones, loros verdes de eucalipto, cardenales malos que se azotan en los barrotes de las jaulas luego de su encapuchada permanencia en el rancho, pichones de nutria.

Y allí fui a parar. A comprar un bicho para tener en casa, una mascota como le llaman. La manosanta, me curó la recalcadura, me indicó una pequeña desviación de columna que tengo que curar con ejercicios y agua de barba de choclo durante un mes en el lugar de la dolencia, pero con una furtiva mirada a los ojos, de esos que solo da la curandera de Betbeder, me dijo “usté no puede criar bicho en la casa, cómprese un pollo”, y me lo compré, al final del blog está y rompe las bolas todo el día, es ese el maldito pio que escuchan sin parar.

6 comentarios:

Unknown dijo...

cuando era chico, pensaba que estaba enfermo, porque el pito de don pancho sonaba a eso de las ocho, y el mio no emitia ningun sonido. como no fui a esa curandera!!!

Unknown dijo...

(CAMBIE EL NOMBRE) Y LO DEL PITO DE DON PANCHO ES CIERTO, CUANTAS HISTORIAS EN TORNO A AQUEL ARTEFACTO QUE DESPERTO A LA CIUDAD DURANTE AÑOS, LA VERDAD NO SE SI SIGUE SONANDO, PERO ALGO ES SEGURO "NO ESTA MUERTO...ANDA DE PARRANDA"

Unknown dijo...

AHORA SI CAMBIE EL NOMBRE

Santiago German dijo...

mire Piby, si el pito de Don Pancho es el que yo me imagino, debe seguir sonando, pero a eso de las cinco que es cuando las espigas de trigo se preparan para el deguelle. Y usté piby, ¿no tiene blog?

Gonza dijo...

De esta curandera se han dicho muchas cosas, demasiadas diría, pero es un buen resumen de este personaje entrerriano.
Que yo sepa el pito de don Pancho sonaba a las 8.00, en el mismo momento en que cientos de broches se desprendían de los pantalones "Ombú" de los ciclistas que con las sábanas aún marcadas en las caras se acercaban a poner el lomo como todos los días.

Anónimo dijo...

me gustó la colurna de panzas verdes famosos